Ya hace tiempo que aparecía la noticia de que había surgido una inteligencia artificial que era capaz de emular a los artistas. Se trataba de un emulador que había “aprendido” todas las épocas pictóricas y que había logrado crear nuevas pinturas. Su nombre era AICAN y había sido creado en la Universidad de Rutgers. Aún a día de hoy sigue sorprendiendo que algunas de estas obras se hayan cotizado al alza en USA convirtiéndose en verdaderas obras revelación.
¿Realmente se puede considerar arte a lo que hace la IA?
La pregunta que nos ocupa es de tipo filosófico y no es para menos. El arte ha sido una pieza clave en el desarrollo de la civilización humana. De hecho, está íntimamente ligado a nuestra cultura por lo que es habitual que este concepto y el de un acto maquinal sean antagonistas pero, ¿Y si esa máquina tiene la creatividad suficiente para desarrollar una obra de arte? ¿Será una creatividad verdadera o solo el uso de una serie de patrones? Y ahora sí; ¿Se pueden considerar arte una serie de patrones?
Lo cierto es que independientemente del contenido filosófico que le podamos achacar a estas obras pictóricas, su desempeño hace posible que algunas de ellas se hayan vendido por cientos de miles de euros. ¿Es el fin del arte o una nueva generación artística? Hay opiniones contrapuestas pero ya en 2017 el director de Future Lab e Arts Technica asumía que este solo era un cambio más de paradigma pero que el arte era una actividad “intrínsecamente humana”.
Hörtner, a galope entre el arte y la innovación
Este artista danés que, además, desempeña una función relevante en el despartamento de tecnología e innovación Future Lab e Arts Technica no ve en el desarrollo de la inteligencia artificial ninguna amenaza para los artistas. Según afirma; “no hay ninguna máquina que pueda suplantar la labor realizada por los artistas”. Para él hay una línea bien definida que diferencia el aprendizaje de patrones y técnica con respecto al trabajo reflexivo implícito en la creación de una obra de arte. Va mucho más allá de una técnica o de un conocimiento profundo de los elementos que componen una u otra obra artística. En cierto modo, una máquina puede aprender a crear una pintura en base a unos parámetros aprendidos pero no existirá una intencionalidad definida, un gusto, sino que será un puro acto matemático.
El debate está sobre la mesa y aunque Hörtner asegura que el arte continuará tal como los conocemos, ya han habido casos prácticos de venta de cuadros creados por una IA y vendidos por la friolera de 435.000 dólares. Detrás de esta obra de arte titulada “Edmond De Belamy” están el colectivo Obvius Art. El procedimiento para crear dicho trabajo se basó en la red neuronal GAN, que implica el aprendizaje automático de algoritmos.
Conclusión (OPINIÓN)
Hemos vivido infinidad de revoluciones y etapas a lo largo de la historia. Cuando apareció la Revolución Industrial, muchos fueron los que desconfiaron. Del mismo modo sucedió con la aparición de los coches o la mismísima electricidad. Desde el feminismo hasta los movimientos Anti-Apartheid han sido imprescindibles para el desarrollo humano. Pero no debemos olvidar que todo lo que cambia el mundo, también es convulso y traumático. Cambiar es imprescindible, pero cuesta, y es habitual que al ser humano le cueste abandonar una realidad que ya es familiar y confortable. Sin embargo, mirar hacia adelante en todas las áreas no es dejar que el pasado muera sino empezar una nueva etapa que no tiene por qué ser excluyente. ¿Acaso el libro electrónico acabó con el libro en papel? Es hora de incluir el GANismo a nuestra lista de términos artísticos. ¿Quién sabe lo que nos depara este maravilloso y revolucionario universo artístico que se presenta ante nosotros?
Considerant el concepte reduït i pervertit actual de la paraula «Art», no serà gens difícil que una màquina fabriqui «obres d’Art».