Matices
Participó en el movimiento estudiantil en pro de la autonomía universitaria y en la frustrada reforma de la enba (Escuela Nacional de Bellas Artes). En 1930 se encargó de la fundación de una escuela de pintura en Taxco, Guerrero, y ese mismo año pintó, con Isabel Villaseñor, un mural en la fachada de la Escuela de Ayotla, donde por primera vez en la historia de la pintura mexicana se ensayó el cemento coloreado.
Su primera muestra individual se llevó a cabo en 1932 en la Sala de Arte de la Secretaría de Educación Pública, alternadamente intervino una escuela para mujeres y empezó a enseñar dibujo en las primarias de la Secretaría de Educación.
En 1935 se integró a las Misiones Culturales, donde luchó con sus compañeros misioneros para lograr la unidad del magisterio del país, y un año después, atento a los movimientos sociales y como miembro de una generación comprometida con su entorno, Alfredo Zalce, perteneció junto con David Alfaro Siqueiros, Octavio Paz, Diego Rivera, Frida Kahlo, Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins, Fernando Gamboa y muchos artistas más, a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).
En 1937 se unió al Taller de la Gráfica Popular que éstos acababan de fundar, y participó en todos sus trabajos, exposiciones y ediciones hasta su separación por diferencias teóricas en 1947.
En 1949 fundó un taller de artes plásticas en Uruapan, Michoacán. Un año después asumió la dirección de la Escuela Popular de Bellas Artes de Morelia, auspiciada por la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo.
De todos cuantos participaron en las cruzadas culturales, Zalce es de los muy pocos que asimilaron un espíritu de misionero del arte; desde entonces quedó prendido a la obligación, a la responsabilidad de proyectarse en las nuevas generaciones alejadas de los centros irradiantes y de vanguardia. Si la revolución había entregado a los artistas que en ella combatieron un panorama cierto de las tradiciones y el paisaje nacional, las misiones culturales dieron a sus animadores una conciencia de las necesidades de un pueblo que aspiraba a conquistar una elemental dignidad humana.
A ello se debe seguramente el humanismo sin poses, el humanismo entrañable de artistas como Alfredo Zalce, Leopoldo Méndez, Angel Bracho, Pablo O’Higgins. Fueron misioneros consecuentes con su oficio; su tarea de difusión cultural la hicieron siempre como grabadores, dibujantes o pintores, y fueron dejando en todos los lugares por donde pasaron testimonio de su impulso creativo.
Dondequiera que ha estado, Alfredo Zalce ha dejado una estela de colores en sus cuadros y murales, dibujos, esculturas, enseñanzas y colaboraciones gráficas como en La Voz de México, heredero de El Machete, en el cual participó sin ser miembro activo del Partido Comunista Mexicano, pero sí militante de las causas más sentidas de su pueblo
Inspiración y Obra
Considerado el último de los representantes de la Escuela Mexicana de Pintura, junto con Diego Rivera, José Clemente Orozco, David Alfaro Siqueiros, Rufino Tamayo, Leopoldo Méndez, Pablo O’Higgins y otros autores.
Zalce es dibujante, pintor, escultor, grabador y escritor, no por versatilidad de genio sino por convicción que parece heredada de los antiguos artífices tarascos, excelsos en su sentido de unidad.
“Uno se da en su trabajo, si mi trabajo está bien, todo está bien”.
“La vida social y artística se ha empobrecido. En las polémicas de antes se decían cosas importantes; ahora se dicen cosas personales e intrascendentes. Solamente el Yo Yo. ¿Limitado por qué? Los problemas son iguales para un artista aquí o en la capital. Aquí hice grabados a favor del pueblo de Guatemala en los años cincuenta; luego para Haití, Cuba, Nicaragua... Morelia es también el país y aquí sigue actuando la juventud”.
“Sólo se puede crear en soledad, porque entonces se trata de un diálogo entre uno y la tela o la placa. Es importante salir, platicar y convivir, porque así se intercambian ideas, pero a la hora de trabajar uno debe estar solo”.
"El arte que se produce con mucho esfuerzo y que lleva mucho tiempo, se va a olvidar lentamente; pero las obras producidas rápidamente se van a olvidar rápidamente."
“En los años cuarenta el DF comenzó a crecer; levantaban edificios por todos lados pero la apariencia de progreso sólo acentuaba la miseria. Entonces yo vivía por el rumbo de San Cosme y recuerdo que una noche, de regreso a casa, descubrí a un hombre buscando algo qué comer entre las bolsas de basura que había en una esquina; a su lado un perro también revolvía la basura y el hombre trataba de espantarlo ‘quítate de aquí perro porque yo tengo que buscar comida para mi familia entera y tu puedes comer en cualquier lugar’...”
“...Esa imagen me impresionó tanto que la incorporé a un grabado que hice en 1947 y que se llama México se convierte en una gran ciudad”.
“El desorden exaltado de la selva, el misterio de los cenotes abandonados, todo ese pintoresco óptico del lejano país, son para el artista un pretexto para ahondar paisajes espirituales no menos complejos y misteriosos”. Jean Charlot
“En sus litografías el segundo, équivale a encontrar una vena de agua en la aridez de un desierto”. Xavier Villaurrutia, 1931.
En un grabado “El tamaño nada tiene que ver, pero es muy bonito ver un grabado grande. Antes no se hacían grabados grandes porque casi todos estaban relacionados con libros. El grabado como forma independiente empezó en el siglo pasado. Antes era para la función de un libro, nada más; pero ya después el grabado tomó vida aparte ya como objeto para colgarse. El arte no se mide por metros, pero es una cualidad hacer grabados grandes porque todos los problemas se multiplican”
En una obra “Una buena calidad de pintura y una gran sencillez, sin rebuscamientos” es lo que da como resultado “está bien resuelto.”, es decir “que no hay nada que moleste, que esté mal compuesto, que la composición esté coja. En fin, hay una serie de defectos que puede tener y aquí no hay ningún defecto. Lo veo y me gusta porque está muy bien resuelto, bien compuesto, con sencillez.”
El trabajo con espátula “es muy bonito. Yo también he trabajado con espátula porque da una cosa muy diferente al pincel, por eso la prefiere uno a veces. Y además, en el pasado hubo pintores que manchaban con espátula y terminaban con pincel, como Goya. Goya hizo muchos cuadros que se supo así los hacía, manchaba con espátula, y luego iba terminando el acabado con pincel.”
“La espátula es una herramienta diferente al pincel, eso es todo. Los pinceles mismos... pintar con un pincel de cerda gruesa da una cosa, pintar lo mismo con un pincel más fino se tarda más y da otra cosa. Nada tiene que ver, la espátula es una herramienta como cualquier otra.”