Marcelle Briger, de padre francés y madre vietnamita, nació en Hanoi en 1949. A la edad de cinco años se trasladó a Francia, huyendo de la guerra de Indochina, donde fue adoptada por un grupo de religiosas que le inculcaron una educación católica. Su estancia en el convento duró hasta 1966, cuando se encontró con la madre Marie Thérése, de quien aprendió las primeras nociones sobre pintura y expresión artística. Ésta encontró en Marcelle a una de sus mejores pupilas. Posteriormente, ingresó en la escuela de Bellas Artes de París donde completó su formación como pintora.
El aislamiento dentro del convento dotó a Marcelle de un sentido profundo de libertad interior, el cual encontramos plasmado en las diferentes formas de su trabajo pictórico. Inició su vida artística desde 1973, cuando en un viaje a Israel expuso su obra por primera vez. Durante su estancia en Tierra Santa confirmó su gran interés por el arte. A partir de ese año, su trabajo no cesó y en 1979, cansada del mercantilismo en el que se desenvolvía el mundo de la pintura parisina, decidió trasladarse a la isla de la Reunión, al sur de África, la que le ofreció todo lo que necesitaba para expresarse. Un año después, en 1980, trabajó junto a Franck Innocent, importante pintor figurativo dentro de la escena pictórica de Francia (Normandie). Asimismo, conoció a la viuda del pintor francés Gen Paul, quien la convenció e introdujo en el mundo de las galerías.
En 1988, Marcelle decidió cambiar de escenario y viajó por primera vez a México, sitio que le ofreció el ambiente que ella buscaba. En la necesidad de encontrar sus raíces, descubrió en este país reminiscencias de sus orígenes. Sin embargo, no es sino hasta diez años después que se instaló en la ciudad de México, donde actualmente reside.
Valeria Zepeda T.