(Madrid, 1901-1978)
Sobre la pintura española de esa época: Los dos focos principales fueron Barcelona y Madrid. En el primero actuaban Domingo Olivé Busquets, de líneas muy rigurosas; José Mompou, extremado colorista; Jaime Mercadé, magnífico ejemplo de artista que cuanto más avanza hacia la ancianidad se hace más joven en su pintura; Miguel Villá, conciso como pocos otros, autor de algunos de los más admirables cuadros de nuestro siglo, a base de azul de mar, blanco de paredes y rojo de tejados; el malogrado Ramón Rogent, autor de unos rojos y rosas sólo dables en Matisse; Manuel Capdevila, en el que el blanco es argentado y admite situaciones irónicas e incisivas, y tantos más. En la meseta castellana no fue menor el prestigio de esta tendencia. Incluso persevera felizmente por la gestión de sus ilustres intérpretes. Uno es B. Palencia, artista cien por cien, pintor de niños, de campesinos, de perdices y de truchas, de campos castellanos sorprendidos en toda su aridez y toda su virginidad. Otro, Godofredo Ortega Muñoz, extremeño, que hace todo lo contrario de una pintura regional, pese a retratar constantemente su tierra y sus paisanos; pero se trata de una pintura honda, trascendente, voluntariamente reseca. Joaquín Vaquero, asturiano, arquitecto en su primera profesión, es otro admirable cronista de los campos y de las colinas, servido por un colorido de sorprendente opulencia. Un gran malogrado, R. Zabaleta, hacía una pintura de condición entre fauve y agreste, pero evolucionó hacia combinaciones lineales de vidriera, que coordinaba con su campesinismo jiennense. En fin, de las varias directrices adoptadas por Gregorio Prieto, una de ellas, la de los molinos blancos de su tierra manchega, puede asimilarse a este grupo. El cual también ha ido renovándose en generaciones más jóvenes, las que un día compusieron la llamada Joven Escuela Madrileña. Aunque hoy cada responsabilidad personal haya buscado caminos igualmente personales, compusieron esa escuela, no sin directa intervención de Benjamín Palencia, los pintores Francisco Arias, Álvaro Delgado, Cirilo Martínez Novillo, Agustín Redondela, Menchu Gal, Juan Guillermo (m. 1968) y otros. Muy aparte de ellos, los todavía realistas, como Gregorio Toledo, José Agular, Pedro Bueno, Juan Esplandiú, y el excelente y lírico cantor de Madrid Eduardo Vicente (1908-68). En Cataluña, habían practicado un realismo propio Joaquín Sunyer y Pedro Pruna.