Entre los años 1933 y 1945, el nazismo impuso en Alemania un arte peculiar, un arte que servía de instrumento para la consolidación del régimen y el sometimiento de las masas. Rembrandt, Van Gogh, Picasso, Kandinsky, Munch… Ellos fueron algunos de los artistas calificados como “degenerados” por el régimen nazi. Hitler consideraba que su arte no transmitía los ideales del nazismo y que sus obras eran fruto de una fantasía enfermiza.
El arte del nazismo
En la segunda mitad del siglo XX el nazismo, en manos de Hitler y Goebbels, impuso en Alemania un arte peculiar, distinto, exclusivo, un arte que utilizaban como instrumento fundamental para la consolidación del régimen y el sometimiento de las masas. Y es que por aquel entonces la cultura en general se utilizó como arma del nazismo para transmitir los ideales de Hitler. El dictador era un apasionado del arte, en su juventud intentó entrar varias veces en la Academia de Bellas Artes para estudiar pintura. Pero nunca llegó a conseguirlo. Se dice que esta frustración fue desarrollando en él su complejo contra la sociedad.
La confiscación de obras de arte
El intento del dictador por convertir a Linz, ciudad alemana, en el centro de la nueva cultura del país dio inicio al gran saqueo de obras de arte en la Europa ocupada durante la Segunda Guerra mundial. La adquisición más costosa en tierra holandesa fue la de gran parte de la colección de Mannheimer, que contenía tesoros como el Doctor judío, de Rembrandt. El saqueo del proyecto Linz llegó hasta Francia. Cerca de 21.000 piezas fueron robadas sólo en ese país. Además, el 18 de noviembre de 1940 Hitler proclamó su derecho a disponer de todas las obras de arte confiscadas en los territorios ocupados.
Muchas de las obras robadas perecieron en una gran hoguera en marzo de 1939 en Berlín. El resto se subastaron a nivel internacional para aportar fondos a la propaganda nazi.
La muestra de “Arte degenerativo”
Algunas corrientes como el expresionismo, el impresionismo, el dadaísmo, el surrealismo... representaban innovaciones estéticas, de manera que contradecían el ideal de belleza propagado por el régimen nazi, el tradicionalismo y clasicismo.
En 1937, los nazis mostraban en Münich 650 pinturas y esculturas que ellos mismos habían confiscado de los museos y las galerías privadas de toda Alemania. La exposición llevaba el título de “Arte degenerativo”. La muestra estaba prohibida para menores y exhibía grandes pinturas junto a dibujos de discapacitados mentales, comentarios despectivos o fotografías repulsivas, para ridiculizar y llevar al absurdo el concepto moderno del arte.
La locura inventada de grandes artistas
En la apertura de la exposición, el presidente de la Cámara de Cultura del Tercer Reich, Adolf Ziegler, dijo: "Lo que están viendo son los productos enfermos de la locura, la impertinencia y la falta de talento. Necesitaría varios trenes de carga para limpiar nuestras galerías de esta basura... Esto sucederá pronto”. La muestra incluía obras tan valiosas artísticamente como las de Paul Klee, Pablo Picasso, Vincent Van Gogh, Marc Chagall, Wassily Kandinsky, Max Ernst, Otto Dix y Eduard Munch, entre otros, eran consideradas fruto de una "fantasía enfermiza".
Afortunadamente, el nazismo no consiguió aniquilar por completo las innovaciones estéticas.
FOTO 1. Autoretrato de Rembrandt, de 1643.
FOTO 2. Autoretrato de Pablo Picasso, pintado en 1907.
FOTO 3. Autoretrato de Marc Chagall de 1914.
FOTO 4. Autoretrato de Edward Munch de 1895.