El artista norteamericano interviene la rotonda central del Museo Guggenheim de Nueva York con una fascinante instalación que envuelve al visitante en un torrente lumínico, en una experiencia trascendental del entorno y de las propias emociones
“Sin imagen, sin objeto, sin un lugar concreto que mirar, ¿qué nos queda?”, se pregunta el artista norteamericano James Turrell, a quien el Guggenheim de Nueva York ha invitado a intervenir su rotonda central. “Nos queda vernos a nosotros mirar, entender cómo percibimos”. Para ello, ha inundado el vacío de esta galería con un torrente de luz, que es el material con el que trabaja, tomando como modelo el manejo emocional de la iluminación en la pintura de Goya, Velázquez y Caravaggio.
Al entrar en el museo, el visitante queda inmerso en una estructura luminosa en forma de espiral, compuesta por cinco círculos concéntricos que se iluminan gracias a leds, de forma progresiva desde abajo hacia arriba. Puede sentarse en la base y dejarse llevar por las emociones que le suscite la luz, en una experiencia directa del entorno y de uno mismo, a través de la contemplación meditativa.
Nacido en Los Ángeles en 1943, Turrell vive en Arizona. Imposible no quedar extasiado ante las variaciones del cielo del desierto y también ante la experiencia de trascendentalidad que sugiere un paisaje tan extremo. Esta conexión primaria con el ambiente la recrea el artista con esta fascinante instalación, en la que aspira a hacer que el individuo conecte con la luz del mismo modo primigenio.
El artista pertenece al movimiento surgido en California hacia mediados de los años 60 denominado Light and Space, que explora los parámetros de la percepción humana a partir de la experimentación de la luz, ya sea natural o artificial (la instalación del Guggenheim mezcla ambas), en relación con el volumen, la escala y el movimiento.
Muchos de los trabajos de Turrell interactúan directamente con la naturaleza, como la intervención lumínica del cráter de un volcán inactivo de su propiedad, Roden Crater, un monumental compendio de su producción desde los años 70.
Esta instalación del museo neoyorquino, titulada Aten Reign, permite apreciar la vertiente site-specific en la obra del artista y ponerla en el contexto de su creación a partir de otras piezas de Turrell en la colección permanente, como Afrum o Prado, que utilizan la luz proyectada para crear la ilusión de volumen (por ejemplo, una esquina) sobre una superficie plana. Ya lo dice el artista: “Más que ser alguien que describe la luz o que pinta la luz. Quiero que mi trabajo sea luz”.
Más información: Museo Guggenheim de Nueva York
Hasta el 25 de septiembre
Aurora Aradra