Pintores y fotógrafos contemporáneos se funden en esta exposición, que repasa el proceso por el que la técnica fotográfica se convierte en arte, con sus propios códigos, y deja de emular a la pintura
Cuando nació la televisión muchos dijeron que la radio tenía los días contados. Pero la radio no solo no desapareció, sino que implementó sus posibilidades expresivas y hoy convive perfectamente con la televisión. Con la fotografía ocurrió algo similar, aunque su aparición no hizo temer a los artistas que fueran a quedarse sin trabajo.
En 1830, esta técnica, que permitía captar la realidad de forma mucho más fiel que la pintura, pareció precisamente por ello fría e impersonal, incapaz de transmitir la emoción que lograba un cuadro. Así, el primer uso de la imagen fotográfica fue, sobre todo, documental.
Pero poco a poco los fotógrafos empezaron a advertir las oportunidades creativas de la nueva técnica y, si en un principio trataron de imitar a la pintura, pronto descubrieron sus propios códigos de expresión, llevando a la fotografía a experimentar la revolución actual.
Esta exposición del CaixaForum de Madrid explora este camino emprendido por la fotografía desde su nacimiento hasta su independencia de la pintura. Organizada junto a la National Gallery de Londres, exhibe 130 obras de pintores como Turner, Gainsborough, Ingres, Vernet y Fantin-Latour, que influenciaron a fotógrafos del siglo XIX como Julia Margaret Cameron, Gustave Le Gray y Roger Fenton y, a través de estos, a destacados nombres de la fotografía contemporánea como Craigie Horsfield, Rineke Dijkstra, Thomas Struth, Richard Learoyd, Ori Gersht, Martin Parr y Jeff Wall.
El recorrido se articula a través de los géneros clásicos de la pintura (retrato, desnudo, naturaleza muerta y paisaje) y muestra la evolución en su representación desde los pintores a los fotógrafos modernos. En los bodegones, por ejemplo, se aprecia claramente cómo la fotografía del siglo XIX, en blanco y negro, estaba en clara desventaja con respecto a la pintura, que sí podía emular los vivos colores de los objetos.
Los fotógrafos actuales no solo pueden ya reproducir el brillante colorido y por tanto la vida de los distintos elementos, lo que equivaldría a copiar a la pintura, sino que van más allá y literalmente vuelan por los aires las convenciones clásicas del género, en una demostración de las posibilidades infinitas de la fotografía.
Más información: CaixaForum Madrid
Hasta el 15 de septiembre
Aurora Aradra