(Albi 1864 - castillo de Malromé, Gironde, 1901)
Su nombre completo es Henrie Marie Raymond de Toulose-Lautrec-Monfa. Pintor francés y descendiente de los condes de Tolosa, débil y enfermizo, quedó deforme y enano a los catorce años, a consecuencia de dos caídas.
Los consejos de René Princeteau, pintor bordelés, le orientaron en la realización de numerosos estudios de caballos. En 1881 marchó a París, ingresó en la escuela de Bellas Artes y se formó bajo la dirección de Bonnat, y luego en el estudio de Cormon, donde conoció a Van Gogh. Adinerado, se instaló en un estudio de Montmartre y frecuentó el Mirliton, cabaret de Aristide Bruant, y el Moulin-Rouge, para los cuales dibujó los carteles que le hicieron famoso.
Con sus apuntes y cuadros inmortalizó a las vedettes de aquellos locales: Jane Avril, Valentin le Desosse, Yvette Guilbert, la Goulue. Esta última abrió una barraca de feria en la plaza del Trono, y Tolouse-Lautrec la decoró con telas pintadas (1895) que figuran actualmente en el Louvre (sala del Juego de pelota).
En 1889, Toulouse-Lautrec expuso en el Salón de los independientes; en 1893, en la galería Goupil, con éxito. Observador de la vida de los ambientes bajos, pintó en una casa pública una de sus composiciones más importantes: En el salón de la rue des Moulins (museo de Albi). Se inspiró asimismo en los espectáculos circenses y en los del velódromo. Su vida de excesos no le impedía desplegar una intensa actividad artística: dibujos, pasteles, pinturas, carteles de anuncio, grabados . Emprendió además varios viajes a Bélgica, a España y a Inglaterra.
Su desordenada existencia y su cáustico humor le han convertido en una figura legendaria. Su obra se impuso, por sus cualidades de vigor y originalidad, como una de las más valiosas aportaciones de fines del siglo XIX.
Lo audaz de sus fulgurantes dibujos, que unen el más agudo y cruel realismo a una extremada sobriedad de medios, llama la atención aun en sus más pequeños croquis, lo mismo que en sus litografías de colores, arte que él renovó y llegó hasta su más alto grado de expresividad.
En sus primeras pinturas Toulouse-Lautrec son perceptibles las influencias de Degas, de las estampas japonesas y del impresionismo . Pero, orientándolo desde muy pronto hacia un expresionismo peculiar e inconfundible, a la vez psicológico y lírico, realizó retratos de acerbo realismo, escenas de café, de cabaret, de teatro, tratadas con una soltura que deja siempre el primer lugar al dibujo .
Sus obras figuran en numerosos museos, principalmente de Suiza, EE.UU y, sobretodo, de Francia, en el Louvre y en el museo de Albi.
Su nombre completo es Henrie Marie Raymond de Toulose-Lautrec-Monfa. Pintor francés y descendiente de los condes de Tolosa, débil y enfermizo, quedó deforme y enano a los catorce años, a consecuencia de dos caídas.
Los consejos de René Princeteau, pintor bordelés, le orientaron en la realización de numerosos estudios de caballos. En 1881 marchó a París, ingresó en la escuela de Bellas Artes y se formó bajo la dirección de Bonnat, y luego en el estudio de Cormon, donde conoció a Van Gogh. Adinerado, se instaló en un estudio de Montmartre y frecuentó el Mirliton, cabaret de Aristide Bruant, y el Moulin-Rouge, para los cuales dibujó los carteles que le hicieron famoso.
Con sus apuntes y cuadros inmortalizó a las vedettes de aquellos locales: Jane Avril, Valentin le Desosse, Yvette Guilbert, la Goulue. Esta última abrió una barraca de feria en la plaza del Trono, y Tolouse-Lautrec la decoró con telas pintadas (1895) que figuran actualmente en el Louvre (sala del Juego de pelota).
En 1889, Toulouse-Lautrec expuso en el Salón de los independientes; en 1893, en la galería Goupil, con éxito. Observador de la vida de los ambientes bajos, pintó en una casa pública una de sus composiciones más importantes: En el salón de la rue des Moulins (museo de Albi). Se inspiró asimismo en los espectáculos circenses y en los del velódromo. Su vida de excesos no le impedía desplegar una intensa actividad artística: dibujos, pasteles, pinturas, carteles de anuncio, grabados . Emprendió además varios viajes a Bélgica, a España y a Inglaterra.
Su desordenada existencia y su cáustico humor le han convertido en una figura legendaria. Su obra se impuso, por sus cualidades de vigor y originalidad, como una de las más valiosas aportaciones de fines del siglo XIX.
Lo audaz de sus fulgurantes dibujos, que unen el más agudo y cruel realismo a una extremada sobriedad de medios, llama la atención aun en sus más pequeños croquis, lo mismo que en sus litografías de colores, arte que él renovó y llegó hasta su más alto grado de expresividad.
En sus primeras pinturas Toulouse-Lautrec son perceptibles las influencias de Degas, de las estampas japonesas y del impresionismo . Pero, orientándolo desde muy pronto hacia un expresionismo peculiar e inconfundible, a la vez psicológico y lírico, realizó retratos de acerbo realismo, escenas de café, de cabaret, de teatro, tratadas con una soltura que deja siempre el primer lugar al dibujo .
Sus obras figuran en numerosos museos, principalmente de Suiza, EE.UU y, sobretodo, de Francia, en el Louvre y en el museo de Albi.