(París 1840 - Eure 1926)
Claude Monet, pintor impresionista francés. A los quince años dibujaba caricaturas, que exponía en una librería de El Havre, localidad a la que se había trasladado su familia en 1845. El pintor Eugène Boudin vio aquellas muestras del talento artístico del muchacho y le indujo a dedicarse a la pintura de paisajes.
En 1859, Monet marchó a París y se matriculó en la academia Suiza, en la que conoció a Pisarro. Pasó dos años en Argelia como soldado, y a su regreso a París, en 1862, se relacionó con los más importantes pintores jóvenes de la época: Rendir, Sisley y Bazille. En 1864 fue a Normandía, donde encontró a Jongkind, que ejerció considerable influencia en su obra, la cual, por esta época, seguía siendo bastante tradicional: La merienda campestre (1865), La terraza en el Havre (1866), El vestido verde (1866, museo de Bremen)…
No obstante, y aunque su talento ya era reconocido por algunos críticos, la mayor parte de sus envíos a las exposiciones oficiales eran sistemáticamente rechazados, a pesar de que fue precisamente en esta época cuando realizó sus máximas creaciones.
En efecto, por aquel entonces abandonó el estudio de la figura y multiplicó los luminosos paisajes de Bougival y Argenteuil, en los que comenzó a experimentar nuevas técnicas encaminadas a lograr una mejor expresión de los efectos lumínicos.
Durante la guerra de 1870 Monet se trasladó a Gran Bretaña, donde volvió a encontrar a Pisarro y Sisley, conoció a Durand-Ruel, que se convertiría en su marchante, y pudo contemplar las obras de Turner y Constable, sus más directos predecesores.
Cuando regresó a Francia volvió a dedicarse al paisaje, pintando una y otra vez las márgenes del Sena en Argenteuil, desde una barca convertida en taller de pintor.
Junto con sus antiguos condiscípulos de la Academia Suiza, constituyó una agrupación destinada a organizar sus propias exposiciones, ya que eran rechazados de las oficiales.
En 1888 pintó numerosos paisajes de Antibes y comenzó sus famosas series: un mismo motivo observado durante varias horas del día; así pintó cuarenta veces, bajo distintas luces y a diferentes horas del día, la fachada de la catedral de Ruán (1892-1895).
En los últimos años de su vida, casi ciego, pintó una y otra vez los nenúfares de su jardín de Giverny, y en estas obras llevó al extremo sus experiencias, hasta el punto de que aquellas manchas de color, casi totalmente desprovistas de forma, son consideradas como uno de los puntos de partida del arte abstracto ; la serie de nenúfares fue legada por Monet al estado francés en 1923.
Claude Monet, pintor impresionista francés. A los quince años dibujaba caricaturas, que exponía en una librería de El Havre, localidad a la que se había trasladado su familia en 1845. El pintor Eugène Boudin vio aquellas muestras del talento artístico del muchacho y le indujo a dedicarse a la pintura de paisajes.
En 1859, Monet marchó a París y se matriculó en la academia Suiza, en la que conoció a Pisarro. Pasó dos años en Argelia como soldado, y a su regreso a París, en 1862, se relacionó con los más importantes pintores jóvenes de la época: Rendir, Sisley y Bazille. En 1864 fue a Normandía, donde encontró a Jongkind, que ejerció considerable influencia en su obra, la cual, por esta época, seguía siendo bastante tradicional: La merienda campestre (1865), La terraza en el Havre (1866), El vestido verde (1866, museo de Bremen)…
No obstante, y aunque su talento ya era reconocido por algunos críticos, la mayor parte de sus envíos a las exposiciones oficiales eran sistemáticamente rechazados, a pesar de que fue precisamente en esta época cuando realizó sus máximas creaciones.
En efecto, por aquel entonces abandonó el estudio de la figura y multiplicó los luminosos paisajes de Bougival y Argenteuil, en los que comenzó a experimentar nuevas técnicas encaminadas a lograr una mejor expresión de los efectos lumínicos.
Durante la guerra de 1870 Monet se trasladó a Gran Bretaña, donde volvió a encontrar a Pisarro y Sisley, conoció a Durand-Ruel, que se convertiría en su marchante, y pudo contemplar las obras de Turner y Constable, sus más directos predecesores.
Cuando regresó a Francia volvió a dedicarse al paisaje, pintando una y otra vez las márgenes del Sena en Argenteuil, desde una barca convertida en taller de pintor.
Junto con sus antiguos condiscípulos de la Academia Suiza, constituyó una agrupación destinada a organizar sus propias exposiciones, ya que eran rechazados de las oficiales.
En 1888 pintó numerosos paisajes de Antibes y comenzó sus famosas series: un mismo motivo observado durante varias horas del día; así pintó cuarenta veces, bajo distintas luces y a diferentes horas del día, la fachada de la catedral de Ruán (1892-1895).
En los últimos años de su vida, casi ciego, pintó una y otra vez los nenúfares de su jardín de Giverny, y en estas obras llevó al extremo sus experiencias, hasta el punto de que aquellas manchas de color, casi totalmente desprovistas de forma, son consideradas como uno de los puntos de partida del arte abstracto ; la serie de nenúfares fue legada por Monet al estado francés en 1923.