La idea fue planteada por las historiadoras del arte Ariadna Ramonetti y María Fernando Sales con la intención de crear un espacio artístico no convencional. Galería Trolebús ha contado con la presencia de 15 artistas.
Regalo de Japón
En el año 2000, el Gobierno japonés regaló al mexicano 15 viejos autobuses para que fueran utilizados como espacios culturales. El proyecto no tuvo mucho éxito, pero gracias a la ilusión de Ariadna Ramonetti, tres años después, uno de estos buses se convertía en un espacio de arte sin ánimo de lucro.
Experimentación artística
El objetivo de esta iniciativa es que Galería Trolebús se constituya como un lugar para la experimentación artística que estimule el diálogo entre productos y receptores, fomentando el consumo intelectual y adquisitivo del arte actual.
Los que suben al bus
Los invitados a subirse al bus como artistas son pertenecientes a la escena contemporánea mexicana. Participan exponiendo de manera individual dentro del Trolebús o interviniendo en su fachada.
Envuelto de algodón de azúcar
Uno de los proyectos que se realiza corre a cargo del artista Visual Mauricio Limón. Consiste en transformar el espacio galerístico a través de saturado de algodón de azúcar. La acción se titula “A Big Fellow too”. La intervención intenta recrear un ambiente azucarado, explotando así las posibilidades escultóricas de un dulce placero. Una serie de luces amplia en el Trolebús el espectro cromático. Además, diversas fotografías se exponen dentro de este bus envuelto en azúcar.
Arte hasta en el retrete
El caso del Trolebús no es único, el arte ya no se encuentra solo en los museos o galerías. Pablo León, un comisario y artista mexicano, fundó un galería de arte en el baño de un bar londinense dónde trabajaba como camarero, “George & Dragon”. Por las cuatro paredes de “White Cubicle Toilet Gallery” han pasado artistas como Federico Herrerro y Deborah Castillo.