Lord Byron decía de José de Ribera que pintaba con la sangre de los santos. El pintor y grabador español (Xàtiva, 1591 - Nápoles, 1652) se muestra ahora en el Museo Nacional del Prado en la exposición "El joven Ribera", que reúne hasta el próximo 31 de julio 32 obras de este maestro de la pintura universal.
La exposición se centra en una etapa concreta de la vida del creador: su primera estancia en Roma y los años siguientes a su llegada a Nápoles. A pesar de su nacimiento en tierras españolas, Ribera ejerció toda su carrera en Italia, donde firmaba sus obras con un guiño a su tierra: "Lo Spagnoletto", que podríamos traducir como "el españolito". Pese a la distancia, la influencia que ejerció Ribera en sus paisanos se dejó notar en las creaciones de otros genios como el mismo Velázquez o Murillo.
Cercano al tenebrismo de Caravaggio, a lo que sin duda ayudaba su prolija producción de representaciones de martirios, Ribera evolucionó con el paso de los años hacia unas temáticas más coloristas y luminosas, donde quedaba patente la marca que dejó en su arte el maestro flamenco Van Dyck. Ahora, con esta muestra en El Prado se reivindica una de las partes más desconocidas de su obra y que ha puesto de nuevo sobre la mesa de los historiadores la figura del artista de Xàtiva. La exposición supone una ocasión excepcional para profundizar en el conocimiento de Ribera, uno de los artistas españoles mejor representados en las colecciones del Museo del Prado del que, sin embargo, casi no exponían obras de su primera etapa.
La muestra, comisariada por el catedrático emérito de Historia del Arte de la Universitat de Barcelona, José Milicua, y el jefe de Conservación de Pintura del Museo del Prado, Javier Portús, permanecerá abierta al público hasta el próximo 31 de julio. Coincidiendo con la exposición el museo ha preparado un ciclo de conferencias, un curso monográfico y hasta un concierto en colaboración con el Instituto Italiano de Cultura, que se celebrará el próximo 21 de junio.