Desde antiguo ha sido un elemento empleado como medio en la pintura; un recurso expresivo captado de miles de formas diferentes en función de técnicas y corrientes pero sin una entidad en sí mismo. Los años sesenta del s.XX trajeron consigo creaciones como las del minimal art, movimiento con el que este elemento alcanzará un estatus principal. Así, en muchos casos, la luz deja de ser un apoyo -imprescindible- destinado a la consecución de la obra de arte y se convierte EN la obra de arte. Antes de esto, autores como Picasso ya habían experimentado con las posibilidades pictóricas de la luz, la fotografía jugaba día sí día no con este recurso y la arquitectura llevaba siglos haciendo uso de él. Y, a día de hoy, es el llamativo "dibujo de luz" la técnica que consigue adeptos a pasos agigantados.
La luz es el fundamento principal de la imagen, el componente que otorga volúmen y definición; realidad, al fin y al cabo. Y, en arte, es el medio principal sin el cual la ficción no sería posible: en fotografía es un conductor, en arquitectura un elemento empleado de forma teatral o funcional y, en pintura, el artificio que permite la tridimensionalidad y las calidades. Durante siglos fue un componente básico de la obra -con variaciones en su posición a partir de la invención de la fotografía- pero será en pleno s.XX cuando se convertirá en la obra en sí misma. Ya en el románico (y posteriormente) la luz había sido representada como concepto pero, fuera de teorizaciones simbólicas, la iluminación no obtendrá un estatus de independencia hasta las segundas vanguardias, procurado en concreto por los primeros artistas minimalista que introduzcan los fluorescentes en sus creaciones. Con esto, se generaba una reflexión acerca de la percepción y los roles históricos del arte: la luz como materia releva a la luz como medio expresivo, el componente se convierte en objeto y el espectador se encuentra ante una comprensión estética nueva y sorprendente. Autores como Dan Flavin explorarán la percepción y la estética por medio de instalaciones que cuentan con la luz como su componente principal, en un tránsito hacia la conceptualización.
Algo más de una década antes de todo esto, Picasso descubriría las capacidades plásticas de la luz, realizando una serie de dibujos de luz que serían captados por el fotógrafo de LIFE Gjon Mili. Las instantáneas pertenecen al archivo fotográfico de la revista y muestran un ejemplo de arte efímero inusual en su momento. Un arte de acción donde la luz se convierte en el trazado de unas composiciones que recuerdan fuertemente a los famosos grabados del cubista. En este caso, es la documentación del momento lo que ha llegado hasta el espectador, sin embargo será el instante creativo el que confiera la categoría de arte a este conjunto, sin importar lo efímero de su permanencia en el tiempo.
Este "juego" estético parece haberse recuperado en los últimos tiempos, y cada vez es posible encontrar más referencias a este tipo de manifestación en los mass media. Un resultado posible gracias al aumento del tiempo de exposición de la cámara fotográfica, y para el que ya existen incluso en el mercado herramientas especiales (como el spray Halo), si bien puede emplearse como "lápiz" cualquier fuente de luz.